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Arráncame la vida, de Roberto Sneider

Written By sitemp3 on Minggu, 06 Juni 2010 | 02.17

Paxton Hernández


LA FALOCRACIA SOMETIDA

La arrogancia
A todas luces son síntomas de arrogancia que sólo se puede dar en una cinematografía tan depauperada como la mexicana. Constante cacareo de "la película mexicana más cara de la historia" sin invocar por un sólo momento a Zapata, el sueño del héroe de Alfonso Arau, aquella con un costo oficial reportado de 7 millones de dólares del 2004 (más los narcomillones que se agreguen en la semana), por lo menos medio millón de dólares más cara que el filme de Roberto Sneider Arráncame la vida. Repetición ad nauseam apantallapendejos del rompimiento de récords de taquilla nebulosos y confusos, porque tampoco se nombre la cinta mexicana más taquillera de todos los tiempos El crimen del Padre Amaro con casi 165 millones de pesos del 2002 en recaudación total. Sí, la cinta "más cara de la historia", ¿y qué?



El ego (las negritas son nuestras)
Dice Ángeles Mastretta, autora de la novela Arráncame la vida en entrevista en Milenio Diario el 2 de septiembre del 2008:
"Yo llevo toda la mañana diciendo que fue al revés, en realidad estoy a los pies del director; quedé muy contenta con la película, la volví mía, la robé, entonces ahora tengo dos tesoros, la misma historia contada dos veces de distinta manera y emparentadas, cercanas."



"La traductora era buena, hizo bien su trabajo y yo gané mucho, porque a los alemanes les gustó mucho mi novela, y así espero estar en el cine, porque yo he vendido muchos libros de Arráncame la vida, tengo 20 años que cada mes se venden como dos mil ejemplares".


No es mera casualidad ni coincidencia pues que el único crédito inicial que aparezca en la adaptación fílmica de la novela sea el de la escritora.


Lo inflado
"¡¡¡Daniel y Ana Claudia están extraordinarios!!!"(Los triples signos de exclamación no son nuestros) Silvestre López Portillo. "La mejor película mexicana del año" Gerardo Gil Ballesteros. "Un clásico de la filmografía nacional" Dolly Mamet. "No sólo la película mexicana del año sino de la década" but of course Dolly Mamet también. "¡Corran al cine, es lo máximo!" Martha Figueroa. "El cine que México merece" Fernanda Familiar (¿tan jodidos estamos?).


La novela
Al igual que Diezmartinez también confieso que la empecé a leer pero se me cayó de las manos. Pero fuentes fidedignas nos reportan que el personaje del General Andrés Ascensio es un verdadero hijo de puta y que el personaje de Catalina lejos esta de ser feminista adelantada a su época. La novela, nos dicen, tampoco es feminista, sino está más cercana a una apología de los usos y constumbres de ese temible y a la vez fascinante cacique que era Ascensio. Qué lástima porque nada de eso está en la película.


La película
Quién sabe qué pasó. Si la Mastretta efectivamente se robó la película y transladó la estructura literaria completa al cine, las esencias de los personajes se perdieron. De ser un hijo de puta y de la chingada, Andrés Ascensio (Daniel Giménez Cacho dizque machín pero amaneradísimo y con sospechoso ceceo sahagunesco) queda reducido a un "machito de barrio" (Tomás Dávalos), pusilánime y bocabajeable, casi al nivel del Charles Bovary de Flaubert, aunque en versión agresiva. Catalina Guzmán (Ana Claudia Talancón proveyendo el único aliento de vitalidad al filme) se convierte en un híbrido, cruza de una "Scarlett O'Hara de los pobres" (Ernesto Diezmartinez) y una Madame Bovary de petatiux. Y del pianista babotas mejor ni hablemos, el personaje es una caricatura ridícula e innecesaria. Lo pudieron haber dejado fuera de la película y nadie notaría la ausencia.



Intrigas, abusos y ojeteces políticas que a nadie interesan, un muy terrible miscasting de prácticamente todo el elenco (porque el chiste era cuantas "estrellas" podían caber en los 110 minutos del metraje que se vuelven eternos), el filme de Sneider es terriblemente inexpresivo: cuenta y narra, dialoga y habla, antes de que sus planos siempre abortados expresen algo. 6.5 millones de dólares son a todo madre, cómo no, puedes comprar oropeles tales como: la partitura autoexcitada e invasiva de Leonardo Heiblum y Jacobo Liberman, locaciones de lujo en el Centro Histórico de la Ciudad de México, fotografía bonitera aunque siempre plana nunca propositiva, vestuario de hechura impecable. Pero lo que no te pueden enseñar los 6.5 millones de dólares es a encuadrar, a dirigir actores, y a iluminar las escenas en espacios interiores. Aunque la mona se vista de seda y derroche, soñándose épica espectacular y/o sentimental, súper culebrón de época se queda.


Lo insólito
Para una cinematografía como la mexicana donde la norma es que los actores se expresen siempre con muecas grotescas y a gritos, la actuación mesurada de Ana Claudia Talancón es un hallazgo. Es gracias a ella que la película se vuelve muy visible, logrando plasmar un sinúmero de emociones, y rozando esa complejidad que puede llegar a ser fascinante, hasta lo conmovedor genuino. Quién lo dijera.


***
Sólo dos momentos en verdad grandiosos tiene esta película.
El primero, es cuando Eugenia León aparece en concierto privado. Momento de lirismo y musicalidad visual poderosa, tiene ese pálpito de vitalidad y gracia que le falta a casi todo el filme.

El segundo, es también el último momento de la película. Después del entierro de Andrés Ascensio, Catalina se libera de su marido (aunque nunca necesito hacerlo; durante toda la cinta hace lo que se le da la gana). Una pictórica velasquiana arrasante, remata en esa escena final correspondiendo entre sí, la liberación de la esposita renegada de su macho de barrio y la liberación del cine de escritores con el ego demasiado inflado, y por consiguiente la liberación de Sneider del yugo de la Mastreta.


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